Hoy se lee en los comentarios de las distintas redes sociales, se propaga en los pasillos del congreso, al pie del Hotel Los delfines, entre las imprentas de los diarios y los foros de televisión, entre detractores y perdedores (también entre los que votamos a su favor sin estar convencidos), un espíritu celador, que se van a mantener vigilantes al accionar del virtual presidente Ollanta Humala en aras de la democracia, dicen. Pero claro, es que para la derrotada derecha ya no es el cuco de las elecciones, el cachaco, el buen soldado, el chavista, el comunista. Ahora hay una esperanza, sólo hay que mantenerse vigilantes y claro, con algún puesto para los fujimoristas, cosa que les demostraría (a la comunidad naranja al menos) que ya no es el comunista que nos arrastrará al fracaso sino un gobierno de consenso, sonrisa ante cámaras.

Hubiese sido excelente y hasta justo, que en todas las épocas, la comunidad civil se hubiese mantenido vigilante. En los 90 por ejemplo o en este gobierno que ya muere y que en vez de haberle conservado vigilia, en muchos casos como el de Bagua, se le ha dado la espalda, ignorando su responsabilidad, como así lo acaba de hacer el congreso.

Hoy, los ojos que se posan en Ollanta Humala, no son de fisgón o vigilante, sino de rencoroso y vengativo, son los que buscan el lado malo sin importar haya uno bueno, sin importar el contrapeso. Se nos viene un aluvión de reproches camuflados en exigencias que antes no eran siquiera de interés. Susana Villarán, la actual alcaldeza de Lima ya está bajo esos ojos, ya se le ha atribuido las culpas de los desaciertos de la anterior gestión como propias. Y atestiguar exactamente el mismo horizonte al poco tiempo de su arrivo municipal es la prueba de su incapacidad para solucionarlos y la falta de la palabra empeñada. Castañeda prometió un tren eléctrico y faltando a su palabra, en vez de eso, robó la idea a su contrincante cuando candidatos, el ex alcalde Alberto Andrade y cambiandole el nombre al proyecto original de "Lima Bus" por "Metropolitano" (su obra bandera) nos puso buses en un tramo de la capital remendando la necesidad de menos de un 6% de los que circulan en Lima pero manteniendo a la vista de las ventanas de cada bus, afuera, el mismo apocalíptico tráfico, pero, ...y repito, pero, no en su primer periodo sino saliendo del segundo, a un costo 3 veces mayor de lo estipulado, es decir tardó casi una década en darnos algo que nunca prometió, a sobreprecio y nos dejó la ciudad igual de insegura y caótica o peor. Ahora pretendemos que quien heredó esas bombas de tiempo haga, lo que sus antecesores nunca hicieron ni se preocuparon en ello, en un tiempo imposible.

Esos ojos, son los mismos que acecharán al virtual presidente, aquellos que sólo ven defectos y no son capaces de una crítica real sino de una visceral, dogmática y revanchista.

La pregunta es si seguiremos con esos ojos...